Decidimos iniciar esta columna en nuestro blog tras recibir varios correos electrónicos de lectores que nos contaban sus historias y nos pedían consejos. Si quieres compartir tu historia con nosotros, envíanos un correo electrónico a historiasdeamor@elcanaldelamor.com. Tus datos personales no serán revelados. Hoy empezamos con la Historia de Amor: Soy Gay y no me Acepto.
Soy hombre, gay, independiente y con una buena estabilidad económica. Tengo 38 años y no puedo aceptar mi homosexualidad. Nací en una ciudad pequeña y vengo de una familia muy religiosa y prejuiciosa.
Pasé toda mi infancia escuchando a la gente de mi entorno hablar mal de los gays. Sin embargo, desde niño me di cuenta de que había algo diferente en mí. Y a medida que crecía esta sensación se hacía cada vez mayor, ya que, a diferencia de mis amigos, no sentía el más mínimo interés por ninguna de las chicas. Pero tenía que fingir que sí.
Mi Familia no me Quiere
Cuando tenía 16 años, mi familia, que ya sospechaba de mi condición, hizo todo lo posible para que me hiciera novio de una vecina. Pero desde muy joven me di cuenta de que mi única alternativa para salir de todas esas situaciones embarazosas era estudiar. Así que al año siguiente me aprobaron en una universidad de la capital y me fui de mi ciudad.
En la gran ciudad pude por fin satisfacer mis deseos y empecé a tener encuentros con hombres. Pero a pesar de estar a casi 300 kilómetros de casa, los fantasmas del pasado seguían atormentándome. No podía vivir plenamente mi sexualidad y mis encuentros eran todos furtivos y casi anónimos.
Y cada vez que iba a visitar a mis padres, mi sufrimiento aumentaba. Las peticiones por una novia eran constantes. Seguía utilizando mis estudios como excusa. Mi familia seguía con el mismo comportamiento de siempre y encontraba constantemente la manera de ridiculizar a los homosexuales. Cada comentario jocoso era una tortura para mí. Y mi madre, sobre todo, parecía disfrutar atormentándome.
No Puedo Librarme
Cuando terminé la universidad y encontré un buen trabajo, las exigencias no hicieron más que aumentar. Ahora, además de esposa, exigían hijos y me comparaban con mis antiguos compañeros que ya habían formado una familia. Nunca me felicitaban por mis logros, sólo me menospreciaban.
Hoy por fin he encontrado el coraje para vivir con mi novio, pero el miedo a que mi familia se entere me paraliza. No consigo liberarme. Hasta el punto de que el mes pasado una de mis hermanas vino a arreglar unas cosas a la capital y me pidió alojamiento para un par de días. Le rogué a mi novio que se quedara en un hotel y, viendo mi desesperación, accedió. Pero obviamente esto sacudió nuestra relación.
Ya no sé qué hacer. Aunque no dependo de mi familia para nada, no puedo dejar de pensar obsesivamente en lo que pasaría si confirmaran que soy gay. Sólo de pensarlo me aterrorizo. Esta situación está desgastando mi relación, porque en cada contacto con mi familia vuelvo a casa sintiéndome mal, me siento sucio por vivir al lado del hombre que amo. A veces pienso que la única solución a mi dilema sería desaparecer. Ya no sé qué hacer.
Consejos del El Canal del Amor
Estimado lector, en primer lugar queremos solidarizarnos con tu situación. Es muy complicado no ser aceptado por las personas que deberían amarnos incondicionalmente. Pero lo más probable es que no se trate de falta de amor de tu familia hacia ti, sino de ignorancia, prejuicios y, créeme, preocupación. Piensan que actuando así te mantendrán alejado del mal.
Lo ideal sería que pudieras hablar abiertamente con tu familia, aunque sea difícil y haya un distanciamiento inicial, el tiempo suele poner las cosas en orden y sentirás un gran alivio. Pero si no ves esto como una posibilidad viable, cuida de ti mismo. Haz de tu bienestar una prioridad en tu vida. Y si las reuniones familiares te sientan tan mal, evítalas. No hace falta que te pelees ni que rompas relaciones con tu familia, simplemente evítalos. La familia debe ser nuestro refugio, si no lo tienes con tu familia original, construye tu refugio con tu pareja.
Y dentro de esta lógica de priorizar tu autocuidado, busca apoyo psicológico especializado. Sin duda, la terapia te ayudará a aceptarte a ti mismo. Tu gran problema no es tu orientación sexual, sino los prejuicios de las personas con las que has convivido toda tu vida. Siempre has sido una persona seria, responsable, estudiosa y trabajadora. Siéntete orgulloso de ello y sigue por un camino digno. Un fuerte abrazo y fe en días mejores.